Una sucesiva secuencia de acciones.
Un repetir siempre lo mismo…
Mismas reacciones ante ciertas situaciones.
Mismas emociones que buscan justificarse.
Siempre el mismo entorno que nos producen los mismos pensamientos.
Y así… Hasta cuando?
Cuando nos damos cuenta y no queremos seguir así, queremos vivir, queremos decidir, queremos pintar otro cuadro, escribir otro guión, queremos cantar otra música.
Cuando nos damos cuenta que estamos programado a la repetición perpetua es cuando podemos frenar y empezar a reprogramarnos.
Pero como nos solemos identificar con esa programación, querer cambiar es dejar de ser ese “yo” y ser “otro”. Sin embargo, no somos otro, somos nosotros con capacidad de vivir nuestra vida, de decidir y de tomar el volante de nuestro vehículo.